El Peculiar Motivo por el cual No Debes Lavar el Pollo Antes de Cocinarlo
La carne de pollo es, sin duda, una de las más versátiles y populares en la cocina mundial. Ya sea asado, al horno o en una sopa reconfortante, este alimento es un pilar en la nutrición familiar, destacándose por su alto contenido en proteínas y su bajo nivel de grasas. Sin embargo, a pesar de su omnipresencia en nuestras cocinas, existe una práctica común que muchos de nosotros hemos heredado y que podría estar comprometiendo nuestra salud: lavar el pollo antes de cocinarlo.
Un Mito Común y un Riesgo Innecesario
Durante generaciones, la costumbre de lavar los alimentos antes de cocinarlos se ha transmitido como un buen hábito de higiene. Es fácil comprender por qué: el lavado parece ser una forma lógica de eliminar cualquier suciedad o contaminante visible. Sin embargo, cuando se trata del pollo, este acto bien intencionado puede ser contraproducente.
De acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), lavar el pollo crudo no solo es innecesario, sino que puede ser peligroso. ¿La razón? Al lavar el pollo, las bacterias presentes en su superficie, como Campylobacter, Salmonella y Clostridium perfringens, pueden esparcirse por toda la cocina a través de las salpicaduras de agua. Esta «contaminación cruzada» puede depositar patógenos en utensilios, superficies de trabajo, y hasta en otros alimentos cercanos, aumentando así el riesgo de infecciones.
Bacterias Comunes en el Pollo Crudo
El doctor Alejandro Macías, experto en infectología, ha resaltado la prevalencia de bacterias como Campylobacter en la carne de pollo, señalando que hasta un 70% de esta carne puede estar contaminada con este patógeno. Además, la Salmonella y el Clostridium perfringens son también culpables frecuentes de intoxicaciones alimentarias que pueden llevar a graves complicaciones de salud.
Estas bacterias no se encuentran en el interior del músculo del pollo, sino en su intestino, y se transfieren a la carne durante el proceso de comercialización. Al lavar el pollo, no se eliminan estas bacterias; en cambio, se aumenta el riesgo de esparcirlas, provocando potencialmente infecciones en el tracto gastrointestinal, con síntomas como diarrea, calambres estomacales, fiebre, náuseas, vómitos, y en algunos casos, sangre en las heces.
La Solución: Cocinar, No Lavar
La buena noticia es que estas bacterias son sensibles al calor. Cocinar el pollo a una temperatura interna segura (75°C o 165°F) es suficiente para eliminarlas, garantizando que el alimento sea seguro para el consumo. Por lo tanto, en lugar de lavar el pollo, la clave está en una cocción adecuada y en seguir estrictas medidas de higiene durante la preparación.
Después de manipular pollo crudo, es esencial lavarse bien las manos y desinfectar todas las superficies y utensilios que hayan estado en contacto con la carne. De esta manera, se minimiza el riesgo de contaminación cruzada y se asegura que nuestra comida sea no solo deliciosa, sino también segura.
En resumen, el simple acto de no lavar el pollo antes de cocinarlo puede ser una medida efectiva para proteger nuestra salud y la de nuestros seres queridos. En la cocina, a veces, menos es más, y en este caso, menos lavado significa más seguridad.
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